Se trata de la mayor remodelación del sector aéreo en Rusia desde que se desintegró la Unión Soviética.
La aerolínea pública rusa Aeroflota anunció ayer 500 despidos para hacer frente a la crisis.
Aeroflot ha caído del primer lugar entre las aerolíneas estatales rusas. Este cambio lo ha provocado una serie de quiebras de aerolíneas regionales. En respuesta, el gobierno del primer ministro Vladímir Putin ha orquestado una fusión de 11 operadores regionales bajo un conglomerado de propiedad estatal, Russian Technologies, para formar una nueva aerolínea, Russian Airlines. Ahora tiene más de 300 aviones, frente a los 149 de Aeroflot.
Después de que las 11 compañías se fusionaran, en Rusia todavía quedan en torno a 100 aerolíneas privadas inicialmente segregadas de Soviet Aeroflot en una reestructuración realizada en 1992 y llamadas “babyflots”. La nueva reforma, la más importante de la aviación rusa desde la división, vuelve a reunir a las mayores de las babyflots en un operador que ahora competirá con la matriz, que todavía sigue dominando las rutas internacionales y, por ahora, disfruta de subvenciones que otros operadores rusos no tienen. División en el Gobierno
Tanto Aeroflot como la nueva compañía son propiedad mayoritariamente del estado pero parecen estar respaldadas por diferentes facciones del gobierno. La compañía está estrechamente relacionada con el ex presidente Boris Yeltsin, caído ahora en desgracia. Además, su consejero delegado, Valery Okulov, es un yerno de Yeltsin y posee el 25% de la aerolínea. El magnate Alexander Y. Lebedev, que posee el 30% de Aeroflot, también tiene una relación espinosa con el actual gobierno.
La nueva compañía, como no es de extrañar, tiene respaldos poderosos. Es un 50% propiedad de la ciudad de Moscú y un 50% de uno de los pesos pesados de la nueva camada de empresas estatales y privadas que surgieron bajo Putin, Sergei V. Chemezov, un ex colega del KGB del primer ministro. Los dos trabajaron juntos en Dresden en los ochenta. Millones en armas
La compañía de Chemezov, Russian Technology, ha ganado importancia últimamente. Su activo más importante es Rosoboronexport, el monopolio de exportación de armas de miles de millones de dólares, pero se ha expandido a los metales, los automóviles y la alta tecnología.
Un signo de la influencia del nuevo propietario, Yuri M. Luzhkov, alcalde de Moscú, y de Chemezov, es que han pedido a los reguladores del estado que eliminen las tarifas de 300 millones de dólares al año que las compañías aéreas extranjeras pagan a Aeroflot por el derecho de volar sobre Rusia, alegando que estas tarifas dan al operador nacional una ventaja injusta.
Fuente: www.gaceta.es
La aerolínea pública rusa Aeroflota anunció ayer 500 despidos para hacer frente a la crisis.
Aeroflot ha caído del primer lugar entre las aerolíneas estatales rusas. Este cambio lo ha provocado una serie de quiebras de aerolíneas regionales. En respuesta, el gobierno del primer ministro Vladímir Putin ha orquestado una fusión de 11 operadores regionales bajo un conglomerado de propiedad estatal, Russian Technologies, para formar una nueva aerolínea, Russian Airlines. Ahora tiene más de 300 aviones, frente a los 149 de Aeroflot.
Después de que las 11 compañías se fusionaran, en Rusia todavía quedan en torno a 100 aerolíneas privadas inicialmente segregadas de Soviet Aeroflot en una reestructuración realizada en 1992 y llamadas “babyflots”. La nueva reforma, la más importante de la aviación rusa desde la división, vuelve a reunir a las mayores de las babyflots en un operador que ahora competirá con la matriz, que todavía sigue dominando las rutas internacionales y, por ahora, disfruta de subvenciones que otros operadores rusos no tienen. División en el Gobierno
Tanto Aeroflot como la nueva compañía son propiedad mayoritariamente del estado pero parecen estar respaldadas por diferentes facciones del gobierno. La compañía está estrechamente relacionada con el ex presidente Boris Yeltsin, caído ahora en desgracia. Además, su consejero delegado, Valery Okulov, es un yerno de Yeltsin y posee el 25% de la aerolínea. El magnate Alexander Y. Lebedev, que posee el 30% de Aeroflot, también tiene una relación espinosa con el actual gobierno.
La nueva compañía, como no es de extrañar, tiene respaldos poderosos. Es un 50% propiedad de la ciudad de Moscú y un 50% de uno de los pesos pesados de la nueva camada de empresas estatales y privadas que surgieron bajo Putin, Sergei V. Chemezov, un ex colega del KGB del primer ministro. Los dos trabajaron juntos en Dresden en los ochenta. Millones en armas
La compañía de Chemezov, Russian Technology, ha ganado importancia últimamente. Su activo más importante es Rosoboronexport, el monopolio de exportación de armas de miles de millones de dólares, pero se ha expandido a los metales, los automóviles y la alta tecnología.
Un signo de la influencia del nuevo propietario, Yuri M. Luzhkov, alcalde de Moscú, y de Chemezov, es que han pedido a los reguladores del estado que eliminen las tarifas de 300 millones de dólares al año que las compañías aéreas extranjeras pagan a Aeroflot por el derecho de volar sobre Rusia, alegando que estas tarifas dan al operador nacional una ventaja injusta.
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