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jueves, enero 15, 2009

Caos en el aeropuerto de París

Los diarios franceses informaron que el Gobierno ha exigido una investigación al director general de la Aviación Civil sobre el desbarajuste ocurrido en el Aeropuerto Charles de Gaulle de París (ADP), que la propia prensa califica como caos.
La Ministra de Transportes, Dominique Bussereau, calificó éste miércoles 8 de enero como “disfunciones inaceptables” las ocurridas con 150 vuelos suspendidos por el mal tiempo de los 400 programados el lunes por Air France (AF).
En consecuencia, más de 2,000 pasajeros se vieron obligados a dormir en el piso de los salones de embarque.
Los dirigentes de ADP y de AF deben rendir el informe antes de que termine la semana. No se especificó si se consultará la opinión de las víctimas del desaguisado, aunque ambas se limpian de toda culpa. “Desde la tarde del domingo hasta medianoche, 150 personas comenzaron a trabajar las pistas preventivamente”, dice ADP relatando aspectos de sus providencias técnicas.
Pero el diario Le Monde pregunta con aparente ingenuidad, por qué en otras ciudades del país y de Europa, donde ha caído también la ligera nevada, no se produce ese caos, ni siquiera en Orly, otro importante aeropuerto de pasajeros de la ciudad.
En el Boeing 747 que volaría a La Habana, los pasajeros habían sido citados a las 11 a.m del lunes. Antes de cancelarse la salida, alrededor de las seis de la tarde, y tras unas tres horas de espera dentro del aparato, el capitán dijo, en una mezcla de sorna y autocrítica que tendrían el gusto de repartir… vasos de agua. Nadie imaginó que estaría sometido cerca de 24 horas, a esa rigurosa dieta de agua sola.
Unos momentos antes supieron quienes entendían el francés o el inglés que el vuelo se cancelaba definitivamente, ya que por razones de seguridad los tripulantes no deben volar más allá de un horario máximo establecido.
Cuando el mal tiempo del lunes provocaba que de 65 vuelos por hora que debían partir, sólo estaban despegando 10. Aunque el AF 474 estaba listo para despegar, se agotó el tiempo que la tripulación puede esperar para cumplir el horario de trabajo permitido por esas razones de seguridad, aunque los reglamentos de vuelos se supone obligan también a las compañías a presentar una lista de los tripulantes para cada vuelo y otra lista de suplentes para alternativas eventuales.
Si se hubiese cumplido con la supuesta lista para eventualidades, otra tripulación fresca hubiese podido esperar a que la torre de control le diese al aparato el permiso de despegue, como se dio y asumieron otras pacientes aerolíneas.AF no habla en la prensa francesa de medidas preventivas, sino de lo que cuesta alojar y alimentar a 3,000 pasajeros, sin la menor consideración por los 2,000 olvidados.
Se sospecha inevitablemente sobre el criterio de selección, pues de entrada, en una muestra del respeto que merecen a AF los pasajeros del vuelo París-Cuba, ni en los vuelos ni en la puerta de salida dan informaciones en español.
Lo hacen en francés, inglés y hasta italiano-, mientras la mayoría de los hispanoparlantes ponen caras de comprensión, pero esperan a ver qué hacen los demás. Había muchos rusos con niños y nunca hubo una amable traducción para que se enteraran, al menos una vez, de lo que estaba pasando.
Por eso, los gastronómicos les cobraron el martes el desayuno y el almuerzo. Los pasajeros que venían en tránsito y carecían de visas recibieron la peor atención. La única información fue que no podían salir del área bajo ningún concepto.
Y es que el lunes desde el principio, al caer la tarde y tras evidente desconcierto, donde nadie sabía nada, los oficiales de AF en la sala 2C, pidiendo la calma y paciencia que muchos perdían, enviaron a sus casas a los residentes en París. La funcionaria responsable, tras albergar unas 20 ó 30 personas, repetía de repente con desamparada expresión: “no hay más capacidad en los hoteles situados en la plataforma aeroportuaria o en París”.
Un pasajero le dijo con sonrisa socarrona: “¿No será un problema de presupuesto?”. La funcionaria guardó un elocuente silencio. Los más de 2,000 pasajeros fuimos no solamente invitados a permanecer toda la noche en un salón donde no había ni asientos, a aguardar en un fallido intento de cola, en verdad una inmóvil muchedumbre de cansada gente esperando toda la noche para sacar la nueva tarjeta de embarque. Hombres y mujeres acababan en la propia cola por acostarse en el frío piso para mantener el turno.
En la madrugada, el cansancio iba venciendo la reticencia a acostarse en el suelo.Se esperaba allí, como se indicó, de pie o acostado, llegar ante una larga mesa, donde 4 ó 5 despachadores explicaban a la mayoría que no había plazas para el vuelo normal del mediodía del martes a La Habana, ni a casi ningún otro vuelo. En toda la tarde-noche no se supo si habría alguno especial.
Algunos fueron ubicados en el vuelo normal del martes a las 12 y 45. Y el miércoles el resto, entre el normal y uno especial. Ambos salieron con otro retraso de 3 horas, con sólo algunos equipajes, pues el especial era un avión pequeño. La mayoría de los equipajes se quedó en París y los pasajeros deben ir cada noche a ver si llegan.
El caos continúa en el ADP, tras una semana, pocos lo han recibido completo.Una humillante experiencia fue la de los vales para cualquier restaurante o cafetería del aeropuerto. No se pudieron emplear, pues una manifestación de pasajeros estuvo gran parte de la noche del lunes vagando desvalidos de un lugar a otro sin encontrarlos.
El martes se supo que no se pudo hallar pues éstos establecimientos de “comida caliente” están situados fuera del área de embarque y los funcionarios de Aduanas o del aeropuerto advertían que si se salía no se podía volver a entrar y por tanto perdían la posibilidad de abordar el eventual vuelo.
Después de la inigualable noche, una vez provistos de la tarjeta de embarque que permitía salir de esa área, uno tras otro restorán rechazaba el voucher. Es válido sólo en algunos.Cuando supe el lunes a bordo que se cancelaba el vuelo 474 comenté a uno de los tripulantes que Francia no sólo estaba mal preparada para muy fuertes veranos, sino tampoco para inviernos demasiado fuertes, me contestó, “este burdel sucede todos los años”.
Estos días recuerdo mucho a la esposa de un embajador de Francia que me dijo hace algunos años que no viajaría más en AF por los constantes retrasos.
El lunes un francés me comentó que la calidad del servicio de Air France bajó desde que fue privatizada al inicio de los años de auge neoliberal, en que los costos se reducen reduciendo el personal y otros gastos “prescindibles”.
En fin, si la Ministra Bussereau busca las causas para corregirlas como declara, se encontrará un problema espinoso: si conseguir una rentabilidad a cualquier costo, justifica disminuir así la calidad.
Fuente: www.poresto.net

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