Lo que vivieron los pasajeros del vuelo AC033 de la compañía Air Canadá que se dirigía a Sydney podría ser muy pronto una producción de Hollywood. El Boeing 777 con los pasajeros y sus 18 tripulantes, hoy héroes en Australia, lograron una hazaña al desviar su ruta de vuelo para ayudar a localizar un barco a la deriva en la costa este del país. El resultado, el vuelo localizó el barco y salvó la vida del único tripulante a bordo.
La historia comenzaría tras la alerta de emergencia que recibía la AMSA (Australian Maritime Safety Authority) sobre un barco a la deriva a 500 km al este de Sydney. La AMSA notificaría entonces al vuelo de Air Canadá AC033, un Boeing 777 en ruta desde Vancouver a Sydney, que si podía llevar a cabo la arriesgada maniobra de desviar el avión hacia la zona donde se encontraría el barco. Según Jo Meehan de la AMSA:
La localización del barco estaba dentro de la trayectoria del vuelo, por lo que era necesario evaluar la situación y el Boeing 777 era el único activo disponible para nosotros en ese momento.
El capitán del vuelo que pilotaba el avión, Andrew Robertson, fue contactado por el control del tráfico aéreo australiano solicitando la posibilidad de ayuda. Una situación inusual que el mismo Robertson ha narrado así:
Recibí el mensaje de que había un barco, un yate en apuros que parecía haberse hundido. Me dijeron que éramos los que nos encontrábamos más cerca del espacio de acción y nos preguntaron sobre la posibilidad de ayudar en la búsqueda.
Robertson pidió la ubicación exacta para que el equipo de tripulantes pudieran evaluar el combustible del que disponían para la maniobra:
Pasamos a evaluarlo en el equipo y acabamos tomando la decisión de que podríamos llevarlo a cabo, de que teníamos el suficiente combustible.
Aún así, Robertson apunta que el programa de gestión de vuelo no tiene en cuenta la pérdida que se produce al caer en altitud y luego subir de nuevo. En todo caso, pensaron que existía el combustible suficiente. Los 18 tripulantes con los que contaba el Boeing descendieron y comenzaron las labores de búsqueda volando en círculo sobre la zona y observando a través de varios prismáticos proporcionados por los pasajeros.
Avisamos a los pasajeros de la maniobra que íbamos a realizar y les comunicamos que toda ayuda era poca ya que incluso descendiendo era como buscar una aguja en un pajar. Al poco de comenzar el descenso, mi primer oficial vio algo. De 5.000 pies descendimos hasta 3.7000 pies… lo que parecían tres personas en una cubierta finalmente eran tan sólo una.
Como cuenta el capitán, un avión como el 777 es demasiado grande para volar tan bajo realizando labores de búsqueda y rescate. Si a esto le sumamos que se trata de un vuelo de alta duración recorriendo el Océano Pacífico, lo normal sería haberse encontrado con unos pasajeros alarmados:
Aún así, sólo podemos decir que los pasajeros fueron impresionantes. No escuchamos ninguna queja sobre el desvío. Fue muy emocionante, todos estábamos orgullosos del resultado.
Tras informar sobre la ubicación del barco, una embarcación policial pudo llegar hasta el barco a la deriva salvando al marinero a bordo unas horas más tarde. Se trataba de un hombre que navegaba solo desde hace dos semanas en dirección a Eden. El hombre contó que se encontraba a la deriva desde hacía una semana.
Una historia inusual donde la valentía de un capitán y su tripulación junto a la de los pasajeros lograron que un vuelo comercial descendiera hasta límites peligrosos y pudieran dar con el hombre a la deriva. Una historia que la propia AMSA ha explicado como una “anomalía” con final feliz:
No es común y por eso tratamos de evitar que estas cosas ocurran. Se debió a la naturaleza de los incidentes y la única forma de encontrar el barco era confiar en las línea aérea comercial.
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