miércoles, enero 27, 2010

Espora, un vuelo de 40 años



FOTO: AIRVIEW




El 26 de enero de 1970, el aterrizaje del vuelo 810 de Austral inauguró en Bahía Blanca la era moderna de los viajes comerciales. Eduardo Yoraillh, el primero en bajarse del avión, evoca aquel momento.

A las 15.38 del lunes 26 de enero de 1970, el tren de aterrizaje del vuelo 810 de Austral Líneas Aéreas tocó por primera vez la pista de la Aeroestación Civil Comandante Tomás Espora. Cuatro minutos más tarde, el avión detuvo su marcha frente al edificio principal y abrió sus puertas para permitir el descenso de los pasajeros.

Fueron tres maniobras habituales para cualquier aeropuerto del mundo. Pero en esa tarde en particular, tuvieron un valor extra, porque se trató, en definitiva, de la inauguración oficial en la era moderna de los vuelos comerciales regulares, desde y hacia Bahía Blanca. Quedaban atrás 45 años de servicio en el viejo aeródromo de Villa Harding Green que había nacido con la Aeroposta Argentina.

Acompañados por excelentes condiciones climáticas a lo largo de todo el viaje, el comandante Luis Villarruel, su copiloto Héctor Crotti, la comisaria de a bordo María Concepción Salegui y las auxiliares Noemí Quiñones y María Rosa Ivanetz integraron la tripulación del jet Bac One Eleven con matrícula LV-JGY, que había despegado a las 14.38 del aeroparque Jorge Newbery de Buenos Aires, con destino final en Comodoro Rivadavia.

En la primera lista de pasajeros se destacaban las presencias del administrador de Espora, Raúl Domenech; el gerente local de Austral, Osvaldo Fittipaldi, y el segundo jefe del antiguo aeropuerto de Villa Harding Green, Manuel Arias. Ninguno de ellos, claro, quería perderse el acontecimiento.

Pero, curiosamente, el que terminó rodeado de micrófonos y cámaras fotográficas fue Eduardo Yoraillh, por entonces supervisor de ventas de una empresa de artículos para el hogar. Al ser el primero en descender de la escalerilla, fue considerado en forma unánime como el primer pasajero de la nueva estación aérea.

A cuatro décadas exactas de aquella tarde soleada, "La Nueva Provincia" rastreó a Yoraillh. A los 69 años, reside en la localidad de La Lucila, en el norte del Gran Buenos Aires, y sí, recuerda aquel viaje.

"Trabajaba para Teleba Sociedad Anónima, que tenía la licencia de Columbia en el país. Hacíamos televisores y tocadiscos. Y viajé a Bahía para visitar a los clientes", cuenta.

"No recuerdo que se haya realizado algo especial por el vuelo. Quizás hubo algún festejo íntimo, con personal de la aerolínea, pero no con los pasajeros", conjetura.

Y agrega: "El vuelo a Bahía duraba una hora, igual que ahora, y era tranquilo, sin turbulencia. Pero la diferencia es que se podía fumar y que el servicio era muy bueno. Te servían comida, bebida o lo que pidieras. Daba gusto volar así".

Esa misma noche el vuelo 810 regresó de Comodoro, realizando una nueva escala local, antes de seguir hacia Buenos Aires. Y a la mañana siguiente, con el aterrizaje a las 6.15 de un Comet de Aerolíneas Argentinas, empezó a edificarse una lenta rutina de viajes que hoy cumple cuatro décadas, sin la típica crisis de los 40, y a puro vuelo.
FUENTE: UALA

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